sábado, 23 de febrero de 2013

32

Ahora todo carece de importancia, todo excepto ella. Estoy con Alba, en su cama, mientras juego a dibujar corazones de tinta sobre su espalda. Me tiraría toda la noche así, observandola de cerca, a dos palmos de mi nariz.

 Por la ventana se ha colado una intermitente luz gris, que deja entrever como acaricia el interior de mis brazos, sabe que es algo que no puedo resistir. Cada vez hace más calor y corre menos aire entre nosotros, comienza a sobrar la ropa. Le brillan los ojos, sonríe, desliza sus manos sobre mí, muerde sus labios y después hace lo mismo con mi oído. Escucho su respiración agitada, suspiros profundos que me contaminan como puro veneno, haciendo que mi sangre fluya mucho más rápida.

Esta noche no hay ningún reloj que nos ponga hora, tenemos tiempo para ir despacio, segundo a segundo empapando nuestros huesos de caricias lentas. Quiero cumplir mi propósito de contar minuciosamente las pecas que la inundan, dedicándole cuatro besos a cada una.  

Voy sin darme cuenta perdiéndome por completo, entregándome al deseo que me llama a gritos desde su boca. 

viernes, 15 de febrero de 2013

Regresa

Estás encondida, no sé dónde y ya me canso de intentar encontrate. Se te da muy bien esto de jugar, de jugar conmigo a perderte entre tanta gente gritando por encima de todos que sigues aquí, que no lo olvide.

El tiempo se ha congelado entre mis dedos, los días han dejado de pasar. Sólo lo hacen las noches, esas que consumo tirado en la cama sin poder dormir mientras sueño que llegas y curas el frío de mis sábanas con el ardiente calor de tu cuerpo.

No, no tengo miedo a gritarlo; estoy desesperado por estar contigo, por hacerte mía, para no dejarte huir así nunca más, porque se me va contigo la vida cuando ya no estás, porque realmente no se donde ir ni que hacer sin tenerte cerca. Será que soy un idiota, un imbécil de esos que ya no quedan por ser indiscutiblemente adicto a ti, hasta el último rincón de mi médula.




domingo, 10 de febrero de 2013

Con un lazo rojo atado.

Eres armonía desde ese primer día que te vi llegar; nerviosa, con un vestido azul y temerosa de que yo  pudiese hacerte daño. Desconocías que para mí ya no había otra.

Fuiste tú, sin querer e inocente quien convirtió lo nuestro en una guerra complicada, en la que o daba todo igual o no quería a nadie más que a ti cerca de mi vida, coloreandola con gritos, mientras tus dedos recorrían mi pelo y mi boca hacía lo mismo en tu cuerpo. 

Tantísimas noches atormentadas de lluvia han pasado ya desde entonces, una a una marcadas por tu fina voz entre las ráfagas del viento. No dejas oportunidad para que pueda olvidarme de ti, ni de esos pequeños detalles que te hacen única.

Te espero aquí, para comerme el mundo contigo, cumpliendo sueños juntos, yendo lejos y sin prisa por volver.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Frío, viento e invierno.

En esa tarde de primavera, de primeros vestidos y mangas cortas tú helabas mi sangre con palabras demasiados hirientes. Todo estaba en ruinas y tajante huías de ello, como ya hiciste antes.

Decidí no pensar, ni si quiera tuve el valor de intentar olvidarte. Te deje ahí, tal avispa silenciosa acechando para picar en cualquier momento. Tú, irónica y a momentos cruel, siempre acabas eligiendo el que mas duele para aparecer.