jueves, 30 de mayo de 2013

Dulces hombros

Tus destellos a lo lejos, escondidos detrás de nubes que anuncian tormenta. Tus letras sonando, girando como si se fuesen a ir. Ya no hay nadie en la calle, mientas los pájaros disfrutan de la calma que viene antes de la tormenta.

No consigo engañarme, ahora para qué, te estoy echando de menos a rabiar cada vez que pulso estas teclas. No estás, aunque me cueste aceptarlo, ni siquiera para una llamada de esas, a deshora. Todavía recuerdo el nombre de tu calle, no logra el alcohol olvidarla y menos el humo distorsionarla. Es el único sitio donde quizás te sienta un poco más cerca.

Temblaban mis nervios cuando estábamos juntos. Tú alguna vez te quisiste dar cuenta. El solo tocarte me agitaba, eras taquicardia directa al pecho. Esta tarde, todo lo lejos que estás es todo lo imbécil que me siento, escribiendo moñerías varias.

sábado, 11 de mayo de 2013

Rincones

Te tenía olvidado, como si ya no fueses a volver, o mejor dicho, como si nunca hubieras estado. Deje de gritarle a la esquiva suerte tu nombre.

No imaginaba que fueras a aterrizar en mi cama para hacer  las noches mucho más cortas, sin que me importase eso de no dormir por tener a mí lado tus huesos calientes, por contemplar durante horas a intermitentes mordiscos tu espalda. Suspiros, una pequeña sonrisa que me hace imposible mantener el  mismo tono de voz, mis versos escribiéndote, y las horas pasando con el único consuelo de que todavía no te irás.

Jugando a que ya no existe el tiempo, explorando la textura de tu piel,  dibujando a fuego los recovecos en  los que se compone tu cuerpo. Empeñado en saber también en que lugar exacto tengo que dejar caer los dedos para hacerte estremecer, rompiendo en un grito el silencio de dos cuerpos.