miércoles, 17 de julio de 2013

15

Suena el despertador a las doce en mi móvil, casi la misma rutina idéntica de todas las mañanas. Me frotó los ojos, y giró el cuello, anoche dormí con Alba en  mi cama, después de que se nos pasara la noche en un par de horas, como si nos robaran el tiempo cuando se trata de estar juntos.

 Hablábamos de cualquier cosa, sin tabúes ni eufemismos, enredándonos en una maraña de conversaciones que acababan naciendo solas, y desembocando en otras. Apenas hubieron silencios , y aunque antes resultaban cortantes, hemos aprendido a disfrutarlos, mirándonos sin tener porque decirnos nada.

Alba se habrá ido hace un par de horas, pero su olor sigue inundado mi habitación, como una fina lluvia ha empapando las aceras. Ahora voy a tener más complicado eso de no soñar con ella. En la mesilla hay una de sus gomas del pelo, y también la camiseta que le deje para cambiarse, perfectamente doblada. Parecía que estaba hecha a su medida, la tela se dejaba caer en su contorno; adivinando sus líneas y sus curvas.

Mejor dejar de pensar, necesito una ducha de agua fría, aunque no creo que logre despejarme. Espero inventar hoy las palabras que puedan describir la forma que tienes de mirarme.