martes, 1 de octubre de 2013

Titubeante

Déjame estar quieto en un rincón, agazapado. Prometo que no haré ruido, que me quedaré callado, sintiendo el baile de tus venas al correr por ellas tu sangre caliente.

Me quiero perder en tu cuerpo para no encontrarme. Hacerme diminuto, más  pequeño todavía, hasta que tus piernas sean largos caminos por los que correr deprisa. Hasta convertir tu ombligo en lugar de mis acampadas, para disfrutar de la noche que encienden tus ojos negros.  Poder columpiarme en tus pestañas tan alto que sea fácil olvidarme de los problemas. Que sea mi despertador tu risa, que mi lamento se convierta en tus suspiros.

Se mía aunque sea sin querer, como yo perdí la razón, el orgullo y casi el corazón por tus latidos. Malvive, o vive bien, hazlo como quieras, pero con la sonrisa en la boca, y mi mano cogiendo fuerte la tuya. Mira para un lado, para el otro, date cuenta de que el aire no sopla igual si no estoy contigo.

Malditos errores, malditas cuentas mal hechas. Será que hoy soy  los besos que no se dan y tú las espinas de las rosas.

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